Subrayado:
Empezaban a desayunar cuando vieron entrar a Santiago Nasar empapado de sangre llevando en las manos el racimo de sus entrañas. Poncho Lanao me dijo: <<Lo que nunca pude olvidar fue el terrible olor a mierda>>.
Pero Argénida Lanao, la hija mayor, contó que Santiago Nasar caminaba con la prestancia de siempre, midiendo bien los pasos(…) Al pasar frente a la mesa les sonrió.
Comentario:
He subrayado este fragmento porque me parece imposible que Santiago Nasar hiciera ese recorrido con sus tripas en la mano y que luego encima les sonriera.